jueves, 30 de octubre de 2008

Días 23 y 24 de Octubre

Continuando con el desarrollo de la Historia Económica como ciencia, el periodo de los años 70 del siglo XX se caracteriza por una crítica hacia ella. Se recrimina la idea en la que se entiende al hombre como un sujeto económico “Homus economicus”, dejando a un lado los valores antropológicos y sociales que podían influir en el desarrollo económico.

Hoy día, la Historia Económica sufre un nuevo empuje. Existen muchas tendencias y movimientos dentro del estudio de la Historia, pero éstas no se estructuran como ocurría anteriormente, cuando existían grandes escuelas y un tipo de Historiografía dominaba sobre otra. Tal vez sea ese el motivo por el cual existe hoy en día un gran debate sobre la “mercantilización de la cultura”, entre los que opinan que es positivo y los que, al contrario, consideran que está ralentizando y disminuyendo la labor historiográfica y científica por un tipo de trabajos encauzados al “gran público”.

Varias ramas dentro del estudio de la Historia que están en auge actualmente, es el caso de la Historia Cultura, la Política,... Es a partir de los años 90 cuando aparece una “Nueva Historia Económica”, encauzada a variar alguno de los principios básicos que han caracterizado su estudio tradicional. De este modo, se recurre a la utilización de conceptos propios a la hora de medir la evolución del Hombre, esto quiere decir que se recurre a factores sociales, antropológicos,... dentro del estudio del desarrollo económico, pues se consideran importantes para entender la evolución de la economía en cada periodo. En Estados Unidos aparece también una nueva tendencia, “La Historia Socio-económica”, que nos presenta una Historia muy estructural y cuenta con autores como North, Gonder Frank, Tilly, Arrigui...

Así pues, en este periodo la característica fundamental es la interdisciplinaridad del estudio, gracias a lo cual los temas se tratan con mayor profundidad. No obstante, también tiene su parte negativa, pues muestran cierto vacío teórico, la corriente se difumina, pues los límites entre el estudio de una disciplina y otra no están del todo determinados.

II EL PENSAMIENTO ECONÓMICO EN LOS SIGLOS MODERNOS
1. La Herencia Medieval
A la hora de estudiar las teorías económicas desarrolladas en la Edad Moderna, hay que tener muy en cuenta la fuerte vinculación que éstas tenían al Cristianismo y al pensamiento Bajo-medieval. Por este motivo, a la hora de estudiar el pensamiento económico, hay que recurrir, en primer lugar, a la “herencia medieval” que la Edad Moderna recibe. El Pensamiento Medieval se asienta fundamentalmente sobre dos pilares: El Derecho Romano o Mundo Clásico y sobre la tradición judía.

En efecto, el Derecho Romano y la influencia del mundo Clásico siguen muy presentes a lo largo de la Edad Media y mucho más aún en el último periodo, como consecuencia al movimiento cultural del Renacimiento y fueron determinantes a la hora de la creación de las nuevas monarquías.

Uno de los autores más determinantes para la cosmovisión de la Edad Moderna es Aristóteles, quien definirá la “oeconomica”, es decir, el gobierno de la casa. Aunque este concepto hay que entenderlo en sentido más amplio que actualmente. Se subraya el término “Pater Familias” en la persona del rey, como el que debe ejercer la justicia entendida desde dos puntos de vista: jurídico (los reyes son jueces) y desde el punto de vista de la justicia distributiva (los reyes podían ejercer la Gracia, premiar o castigar a las personas en función de sus actos).


Por lo que respecta a la Tradición Judía, en primer lugar hay que aclarar que fue depurada por el cristianismo creándose el “judeocristianismo” una fusión de ambas tradiciones que dio ejemplos económicos y sociales que se enmarcan y determinan un marco ideológico concreto.

En estos tiempos se observa un continuo debate sobre la pobreza. Durante el periodo medieval, el Cristianismo no vio la pobreza como algo denigrante, es más, estaba aceptada y respaldada desde la moral cristiana. No obstante, en este periodo, la pobreza no concuerda con el momento de prosperidad económica que se está viviendo. Se empieza a mezclar el concepto medieval del pobre que debe ser ayudado con el incipiente pensamiento capitalista que considera que el pobre debe ganarse la vida mediante el trabajo. Entre los defensores de esta nueva visión de la pobreza, destacan Pérez de Herrera y Pérez de Giginta, quienes enfocan este problema desde el punto de vista moral y religioso, dando lugar a una corriente de pensadores que buscaban la “legitimación” de la riqueza, desde el punto de vista religioso, en contraposición a la idea de que la pobreza era buena.

De este modo aparece lo que se conoce como la Teoría del Núcleo Cesante, extendida desde finales del siglo XV se trata de una teoría que legitima la ganancia de unos bienes, producto de un negocio, teniendo en cuenta el riesgo que se ha corrido para ello, lo que hubiese ocurrido si se hubiese invertido ese capital en otra cosa, es lo que se recupera con esa ganancia.

Precisamente la Teoría del núcleo cesante es la propuesta que hace el mundo católico para afrontarse a la nueva situación económica, así como los calvinistas tendrán, posteriormente su manera de legitimar las actividades económicas. Es por este motivo por el cual todavía se debate acerca de si el Calvinismo fue el fenómeno que dio empuje al nacimiento del capitalismo (como tradicionalmente se ha entendido) o hay que tener en cuenta iniciativas como la de los defensores de este núcleo cesante a la hora de determinar los orígenes del capitalismo.

1 comentario:

David Alonso dijo...

Estimada Bea:
Hay dos cosas inexactas en tu entrada. La primera, se refiere a una errata en el nombre de un historiador: A. Gunder Fran, en lugar de "Gonder".

La segunda también es nominal. La teoría que nace a finales de la Edad Media es la del "lucro cesante" (y no "núcleo" cesante)

Un saludo