viernes, 16 de enero de 2009

La fábrica y las primeras plantas técnicas

Las fábricas durante este periodo todavía son minoritarias, pero su existencia deja de relieve que no son fruto de la Edad Contemporánea. Son el resultado de la concentración de los procesos de producción. Asimismo, aparecen en Florencia en la Edad Media y se generaliza durante el siglo XVI.
Sus diferencias respecto al “domestic system” son, en primer lugar, que las segundas son de carácter muy limitado e individual, en las que el trabajador poseía y ponía las herramientas, mientras que en las fábricas, es el empresario quien pone el material.
Durante la Edad Moderna, esta concentración de trabajadores se ve potenciada por las distintas Monarquías (Gobelinos en Francia, talleres textiles de Robais, con miles de trabajadores que viven en el mismo lugar donde trabajan), llegando a crearse hasta orfanatos como fábricas en Berlín, Hamburgo,..., tratándose de un hecho que guarda gran relación con el debate que en estos siglos se produce en torno al tema de la pobreza.
Por otra parte, no hay que olvidar que las fábricas no sólo se dedican al ámbito textil, se fundan también altos hornos, fábricas de porcelana, de armas, destacando también el sector arriero, las fábricas de destilación del azúcar, las fábricas de cerveza, de tratamiento de la seda... Todas estas existentes antes de la época Contemporánea, sí en menor número, pero con una gran concentración de trabajadores. Las encontramos presentes en las Provincias Unidas, Inglaterra, pero también en algunos países católicos. Desde un punto de vista más concreto analizaremos los casos de Inglaterra y España.

Inglaterra
Durante el siglo XVI se manufacturaron dos tipos diferentes de tejidos de lana: los paños y los estambrados (nuevos paños). Si hablamos de los primeros, nos referimos a paños de un tejido muy fino de lana que dominó el comercio inglés durante la Baja Edad Media hasta el siglo XVI. Un tejido de alta calidad producido por los gremios. De los nuevos paños podemos decir que se trataban de productos con un material más bruto, de peor calidad, pero muchísimo más barato y se irá haciendo un gran hueco en le mercado por sus bajos precios.

Las duras condiciones de vida de la sociedad daban un lugar preeminente a los estambrados, mucho más económicos y que como hemos mencionado, se abrieron al mercado de una manera sorprendente. Éstos llegaron hasta América y tuvieron allí gran importancia, pues no abrigaban tanto y de ese modo se adaptaban a las condiciones climáticas del Nuevo Mundo. También se abrieron hueco en la zona del Mediterráneo y en el Norte, porque eran de un material fácilmente alterable y adaptable (en el norte los teñían de color oscuro para atraer el calor). De este modo acabaron por convertirse en el “producto estrella” de la industria textil inglesa. Por otra parte, los centros de producción de éstos, no debían estar ubicados en los lugares tradicionales, pues no necesitaban grandes corrientes de agua, por lo que se pudieron situar en lugares cerca de los mercados reduciendo así los costes fijos y disminuyendo por tanto su precio final. Se trataba, en definitiva, de un producto adaptado a su tiempo cuya industria se creció en el sureste de Inglaterra y todas las ciudades en torno a Londres. Todo esto favoreció sobremanera la industria textil inglesa, facilitando el desarrollo de la industria de los tintes, y estos nuevos paños se vendieron por todo el mundo.

Por otra parte, otro de los sectores favorecedores fue la Industria de la Construcción, como consecuencia del aumento demográfico y el cambio en las tendencias arquitectónicas. Asimismo la producción del carbón empieza a cobrar importancia, y gracias a los altos hornos, se aumentó también la producción del hierro. El carbón se usó para tintes, para conseguir la sal por evaporación, empezó a usarse como combustible en las viviendas, etc. No obstante, continuaba teniendo un papel secundario, pero constituyó uno de los precedentes del despegue industrial de los siglos XVIII y XIX.

España
Si nos adentramos en la realidad española, hay que empezar por analizar brevemente cuál ha sido la visión historiográfica respecto a su industria, que ha sufrido cambios en los últimos años. De un lado, la primera teoría, defendida por Kamen y Wallerstein, afirmaba que no había una decadencia porque nunca hubo un despegue y gran desarrollo ni una revolución. Frente a ésta, encontramos una nueva visión que reconoce un incremento de la producción en el XVI, pero de una peor calidad a la de Centroeuropa, pues el cambio de eje del Mediterráneo al Atlántico favoreció a Holanda e Inglaterra.
Se trata, no obstante, de visiones que actualmente se están matizando. Algunos señalan que en el siglo XVI, la industria fue potente en lugares como Cuenca, Valencia, Toledo,..., en términos cuantitativos y con medios bastante innovadores para el momento (domestic system), por ello las manufacturas castellanas incorporaron novedosas estructuras de producción y se crearon compañías comerciales que mezclaban la producción con la comercialización de sus productos, llegando hasta el punto de que algunas grandes familias se establecieran entre las oligarquías de Amberes.
Por este motivo no se puede sostener que existiera una ausencia de desarrollo, pues éste fue similar al de otras potencias europeas del momento.

Hay que decir que Segovia constituía fue un gran centro si hablamos de la industria lanera. Tuvo un gran esplendor hasta finales del siglo XVI, cuando los nuevos paños ingleses empezaron a ampliar mercados, generando una competencia que esta industria segoviana no pudo hacer frente, lo que provoca su decadencia desde 1590. Por otra parte, destacan también como centros textiles Cuenca, Ávila y Palencia (que sobrevivió a la competencia). Granada, por su parte, destacó por la producción de la seda, pero la rebelión de las Alpujarras y la consiguiente expulsión de los moriscos, tuvo grandes consecuencias para esta industria.

De gran importancia es también recordar el sector minero. La extracción del hierro se producía especialmente en el País Vasco, donde destacan las minas de Somorrostro (Bilbao) y Azogue. En la primera, la producción fue constante en la economía y lo sigue siendo en la actualidad. La segunda, por su parte, cobra gran importancia gracias al descubrimiento de una nueva técnica para la extracción de plata, de gran calado en América. Por otra parte, podemos destacar también las minas de Almaden (consignación a los Fugger), minas de Mazarrón, Medina Sidonia, minas de Río Tinto...
Ligada a esta explotación del hierro nos encontramos con el desarrollo de la industria metalúrgica. A nivel artesanal esta labor se encontraba organizada en gremios de herreros, cuchilleros..., de escasa calidad y orientada al consumo local. Destacar también la notable industria de orfebrería (cuyo principal comprador era la Iglesia).
Destacar también, a nivel local, la fabricación de armas por parte de los artesanos, pero controlados por empresarios mercantiles (domestic system), por ejemplo como es el caso de los pelaires en Segovia y Barcelona. Eran los que dirigían esa fabricación artesanal, en ocasiones incluso se trataba de maestros de gremios que actuaban al margen de su institución. También esta fabricación pasó por el control de la Corona, quien creó la Real Fábrica de Placencia, muy característica durante el XVIII, pero que ya estaba presente en estos momentos.
Encontramos, asimismo, ligado a la explotación del hierro el desarrollo de una industria bélica, donde se utilizan los primeros altos hornos en la Historia de España. Dedicada a la construcción naval (carrera de Indias) fundamentalmente.
Por último, destacar también el desarrollo de la construcción en el siglo XVI, como resultado de la construcción de palacios, conventos, el desarrollo de las viviendas, debido al aumento de la población y el proceso de urbanización.

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