lunes, 2 de febrero de 2009

ENTRADA FINAL

Resulta complicado iniciar la que será la última entrada del blog y por tanto la que debería dejar de manifiesto la evolución del curso, así como la influencia y conocimientos que ha aportado a cada uno de nosotros. Al cursar una asignatura como ésta, uno se da cuenta de la importancia que en el proceso histórico desempeñan esas ciencias “complementarias”, esto es, la Historia de la sociedad, de la mentalidad y, lo que interesa en nuestro caso, la económica. Así pues, en el caso de la Historia Económica de la Edad Moderna muchas son las cosas a destacar.

En primer lugar es importante hacer hincapié en la herencia que la Edad Media deja a la Edad Moderna en cuestiones, tanto económicas como de otra índole. Claro reflejo del continuismo que también se percibirá ente el periodo moderno y el contemporáneo. Bien es cierto que la revolución Industrial del siglo XIX se considera vital en la Historia económica, pero gracias a esta asignatura hemos podido comprobar como esta revolución se venía gestando ya desde el siglo XVII y XVIII sobre todo, a través de la aparición de las manufacturas y el desarrollo de la industria textil en alguno de los países europeos.

Por otra parte, analizando las diferentes corrientes del pensamiento económico, hemos podido conocer más profundamente los elementos esenciales del predominante en la edad Moderna, el mercantilismo, aunque éste no esté considerado como una escuela de pensamiento económico, como serán consideradas la fisiocracia y el liberalismo.

Una de las cosas que más llaman la atención y se han podido extraer (por lo menos en mi caso) de esta asignatura, es un cambio de visión con respecto a la generalizada visión de decadencia económica que, se supone, atraviesa la Monarquía Hispánica durante estos siglos. Resulta sorprendente conocer que, detrás de ese prejuicio existente hacia la Monarquía, en algunas regiones del Imperio se atisban signos de evolución económica, si bien no tan acelerada como en otras regiones europeas, por lo menos presente.

Hasta aquí las impresiones más destacables en cuanto al curso teórico. No obstante, mucho hay que decir sobre la parte práctica de la asignatura. Unas clases con las que, por primera vez he podido participar en lo que se conoce como “tormenta de ideas”, que ayuda al alumno a exponer sus opiniones y defenderlas frente a explicaciones contrarias que algún otro compañero pueda manifestar. Una experiencia, desde mi punto de vista, bastante productiva para un alumno poco acostumbrado a este tipo de clases.

Finalmente, no sólo las clases me han ayudado a ampliar mis horizontes con respecto a la historia económica o, en definitiva, la economía propia; lejos de esa idea, el trabajo grupal me ha ayudado a conocer los mecanismos económicos, fiscales y hacendísticos de la monarquía moderna y todo lo que de ésta se puede extrapolar al momento presente. Así pues, conceptos antes desconocidos para mí, como pudieran ser la bancarrota, la deuda flotante y consolidada, o el sistema impositivo, empiezan a resultarme mucho más familiares y entendibles desde la experiencia cursada en esta asignatura.
En definitiva, el estudio de los elementos económicos resulta imprescindible para conocer y comprender mejor no sólo el proceso histórico, sino también para entender algunos de los elementos que influyen en el día a día actual.

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